lundi 26 décembre 2016

Cosas que casi salvan mi 2016




Este sádico y nefasto año que está a punto de abandonarnos ha llevado a un nuevo e imposible nivel el dicho “si la vida te da limones, hazte una limonada”. Y es que, ¿acaso existen limones suficientes como para dulcificar o hacer más digerible tanto infortunio y broma macabra? Posiblemente, no, y por ese motivo resulta terapéutico y necesario hacer una criba en positivo que nos aleje, al menos momentáneamente, de la depresión, el cinismo o la misantropía más absolutas. Complicidades y seres queridos aparte, esta es la mía.





El yoga

Si, como dicen los yoguis, ‘la flexibilidad es vida y la rigidez es muerte’ yo llegué al yoga en un punto de rigidez y desesperación tan alarmante, que el más mínimo movimiento me habría astillado sin remedio. Sin embargo, gracias a esta completísima disciplina milenaria, he conseguido aprender a manejar, poco a poco, la ansiedad que me atenazaba, y noto que, día a día, a medida que mi cuerpo se flexibiliza y mi mente aprende a estar en calma, mi energía se va transformando. Siete meses más tarde, no solo he resuelto o aprendido a mantener a raya algunos problemas físicos derivados de la ansiedad, sino que soy más consciente de la relación entre cuerpo y mente y de la forma de armonizar todos los elementos que componen mi vida. Posiblemente, el yoga sea la mejor herramienta terapéutica que he descubierto desde que conocí la psicología Gestalt (¡y eso es mucho decir!). No se me ocurre un método más completo y efectivo para autosanarse.




Canciones

Algo tendrá de vital e irreemplazable la música cuando ni el Alzheimer, que arrasa inmisericordemente con todo, es capaz de vencerla. De todos los discos, nuevos y viejos, que me han acompañado durante los últimos 12 meses, de todas las canciones que me han rescatado, abrigado y nutrido diariamente, escojo la que, para mí, ha sido más representativa de lo ha supuesto este año: Icebergs, de Jacobo Serra.




Game of thrones

Gracias miles a la serie estrella de la HBO por la sobredosis de emociones, a menudo contrapuestas, que suponen sus momentos más álgidos. Gracias por ser tan adictiva y por emocionarnos e ilusionarnos como a incaut@s adolescentes. Gracias por sus dos ya épicos, últimos episodios de la sexta temporada, dignos de ser disfrutados en pantalla grande, y por su “domingo de resurrección”. Gracias por hacer menos frío e inhóspito, incluso en su ausencia, el winter is here.





El Zinemaldia

Siempre ha sido mi momento favorito del año, pero en esta ocasión lo necesitaba desesperadamente y no me defraudó. Todo lo que componen esos 9 intensos y mágicos días, bien sea cinematográfico o extracinematográfico, es como esa reserva de comida extra que almacenan algunas especies para sobrevivir durante el invierno. Nunca olvido, a pesar de las ediciones, el privilegio y la suerte que supone formar parte de un festival de cine clase A, e incluso aunque lo hiciera, conocer a/respirar el mismo aire que Ewan McGregor, Ethan Hawke, Sigourney Weaver, Joseph Gordon-Levitt, Shaileen Woodley y Pierre Niney, entre otr@s, en una sola edición, me lo recordarían.





Veganizaciones

Cuando eres vegan@ y vives en Meatland o lo que percibes como plena Edad Media, cada pequeño gesto de veganización de tu entorno o de l@s tuy@s es vivido como una pequeña reconciliación con la (in)humanidad. Este año, en Donosti, se han abierto locales (restaurantes, cafeterías) parcialmente veganizados y se han ampliado opciones veganas en los ya existentes (cada vez es más raro, por ejemplo, encontrar bares y cafeterías que no tengan leche vegetal). Incluso es posible tomarse un helado, un bizcocho o un cupcake cuando tienes un “bajón de azúcar”, ¡y ya existe una tienda de comida 100% cruelty-free para llevar!





Stranger Things

Comencé a ver esta serie un día antes de que a un familiar muy querido le diagnosticaran una enfermedad terrible. Toda mi vida y lo que la sostenía, pasó, no a un segundo, sino directamente a un tercer plano. Y en pleno apogeo de ese huracán emocional, tras las maratonianas jornadas de hospital, hubo algo capaz de distraerme y de alejar, parcialmente, a todos mis fantasmas (y evitar que me comieran viva) durante aproximadamente una hora: Eleven & Co. Nunca podré ver esta primera temporada de Stranger Things de una forma mínimamente crítica, como lo que realmente es, en lugar de como lo que significó para mí, pero la vida casi nunca va de “objetividades”, right?





La literatura

Aunque este año no he tenido demasiado buen ojo con mis elecciones y me veo incapaz de incluir alguna de esas novelas en mi lista de “libros imprescindibles”, sí que me he descubierto autores interesantísimos (La chica del pelo raro de David Foster Wallace, Manhattan Transfer de John Dos Passos o Juego y distracción de James Salter); me he topado con lecciones que te arañan el alma (Mujeres que corren con los lobos) y he disfrutado de dos poetas que no sólo me han inspirado mis mejores poemas del año, sino que me han nutrido como poeta. Gracias Idea Vilariño y Carilda Oliver Labra.





El cine

Si hay algo que en 2016 haya tenido un nivel excelso, ha sido el cine. La cantidad de peliculones notables y sobresalientes ha sido tan off the charts durante los últimos 12 meses que hacer un Top 10 resulta dolorosamente injusto. Sin embargo, tengo que destacar el que para mí ha sido el mejor film del año: Arrival (La llegada), una de esas películas que reafirman tu amor por el cine, por el poder de comunicación y por la magia de las historias. El resto de las películas must see de este año podréis encontrarlas, muy pronto, aquí.



Y, para terminar, ¿alguien sabe de alguna camiseta económica con la frase “I survived 2016”? ;)

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