- El
cuerpo humano comienza a envejecer a los 18 años, ¿lo sabías?
- ¿No
se suponía que era a los 25?
- No,
al parecer, hay procesos que se completan a esa edad, pero el cuerpo, en
general, alcanza su plenitud a los 18
- ¡Que
fuerte!
- No
nos dejan disfrutar ni un miserable cuarto de siglo: ¡vivimos sólo para
envejecer!
- Eso
parece… oye, ¿a qué viene esta repentina obsesión con la edad? ¿no será por eso
de cumplir los 30?
- Bueno…
- ¡Lo
sabía!
- Digamos
que lo llevo regular…
- Ajá…
- ¿Qué
es lo que más cambia con el nuevo dígito?
- Bueno,
los 30 de ahora no son lo que eran hace 40 ó 20 años, además, depende de tu
personalidad y las circunstancias en que…
- No
me vengas con rollos y contesta
- Sólo
puedo decirte los cambios que he vivido yo, pero no creo que sea un sujeto modelo
en esta o ninguna otra encuesta
- Será
suficiente
- Está
bien. Cuando abandonas los 20, la gente de tu edad está en la fase de búsqueda
de árbol, por así decirlo…
- ¿Búsqueda
de árbol?
- Si,
bueno, he pesando que ya que te gustan los pájaros, una metáfora de este tipo
sería apropiada
- OK,
entiendo. Sigue
- Los
30 suponen, básicamente, la transición de la búsqueda de árbol al anidamiento
- ¿Te refieres a los hijos?
- Me refiero a todo lo que sea poner las bases
de algo sólido, de construir a largo plazo. Puede ser una relación de pareja,
un churumbel, un proyecto laboral, un objetivo creativo, eso depende de cada
cual. La gente que no consigue invertir o echar raíces en algo que considere
importante, se frustra y se amarga miserablemente
-
Entiendo…
-
Algunos se aferran al nido equivocado o tiran
la toalla antes de tiempo, especialmente pasados los temibles 35, que se
perciben como la frontera en la que dejas de ser oficialmente joven. Las
mujeres sufren más presión con eso de la caducidad del útero, pero, en general,
todos creen que lo que no consigan en la treintena, nunca llegará o será menos
valioso, como si los 40 fueran una carrera de velocidad que hay que ganar o
perder inevitablemente, y la calabaza nunca pueda volver a ser carroza…
-
Suena bastante deprimente…
-
Lo es
-
¿Entonces prefieres la veintena?
-
Yo no he dicho eso. Creo que estaba más perdido a los 20...
-
Pero has admitido que los 30 son deprimentes
- Bueno, el panorama, generalizando mucho,
resulta más serio que el de la veintena. Las presiones por hacer algo con tu
vida son mayores, hay que comenzar a hacer el duelo de la propia juventud… con
todo lo que ello supone… además, la gente de tu edad se aleja y se centra en
sus “nidos” y algunos amigos se conforman o se aviejunan, pero no tiene que ser
peor o más triste o aburrido, también se puede vivir una especie de formateo…
-
Intuyo que ahora llega un discurso tipo
manual de autoayuda
- No, nada de eso. Es solo que no todos
seguimos las mismas rutas migratorias y no se puede permitir que los horarios
de vuelo de las rutas que si compartimos los decidan otros. Cada uno debe
valorar de dónde viene y comprobar si está volando a la altura de sus
posibilidades o si no está invirtiendo lo suficiente en hacerse feliz
-
No tengo claro si, hasta ahora, he sido lo
suficientemente feliz
-
Eso es buena señal. Lo ideal sería que nunca
hubiera que planteárselo…
*