samedi 31 janvier 2009

Mundo interno / Mundo externo



June y Jokin se conocieron en una feliz CAUsalidad, cuando todo se detiene, en pleno atasco. Hablaron y hablaron, y desde la otra punta de la misma polaridad, ambos se fascinaron con la mutua promesa del fin de la búsqueda, de la tan largo tiempo ansiada completud.

June era extrovertida, alegre, emprendedora, entusiasta. Sus pies caminaban con soltura por el mundo, reconocía y se guiaba sin miedo por todas las señales del camino. Ella era la clase de chica a la que fascina mirar por las ventanillas cuando viaja, pero que cierra las ventanas de su melancolía ante el menor indicio, y no se asoma al otro lado por temor al vértigo.

Jokin, por otro lado, vivía más tiempo en su refinada burbuja que en el hosco mundo real. Culto, sensible, tímido y neurótico, quería ser artista. Aun no sabía si músico o escritor, lo mismo daba. Su energía era mental, podía pasarse horas, reflexionando o creando, mientras que a su cuerpo lo movía una especie de reserva mínima siempre a punto de agotarse.

La palabra equipo por fin adquirió sentido. Ambos se convirtieron en exploradores de dimensiones nuevas. June aprendió a arañar momentos al día en los que detenerse y observarse sin temor, mientras que Jokin, paso a paso, fue colgando en el armario su disfraz de “alienígena” y comenzó a comprometerse con todas las acciones que demandaba su mundo.

Y todo funcionó (mágicamente) bien hasta que, con el tempo, ambos comenzaron a envidiar y detestar las otredades/defectos del otro. Les irritaba no comunicarse con su lengua materna. No soportaban sentirse llenos y capaces sólo cuando estaban juntos. Sin darse cuenta, querían arrebatarse mutuamente las cualidades que creían merecer, las que justamente necesitaban.

June comprendió que huía de todo dolor y que su semi-consciencia siempre se mantenía al margen de la verdadera alegría, y odió a Jokin por ser incapaz de guiarla en su educación emocional.
Jokin se dio cuenta de que había vivido su existencia convertido en uno de los personajes de La casa de Bernarda Alba: limitado al mundo interno, frustrado, dolorosamente pobre en experiencias, y detestó a June por no ser el resorte que le ayudara a saltar mas allá de si mismo.

Se separaron una mañana de mayo. Momentáneamente ateos de esperanza. Despotricando sobre las imposibles expectativas que nos suscita el amor, sumergidos en el desengaño y el autodesprecio. No se daban cuenta de que no habían aprendido a encontrar, por si mismos, un espacio común entre el mundo interno y el mundo externo. Un lugar al que sólo se puede llegar cogiendo al otro de la mano, nunca siendo copiloto en coches ajenos...


¿Dónde habitas? ¿En el mundo interno o en el mundo externo?

lundi 26 janvier 2009

El saber (des)ocupa lugar


* ¿Reconocéis a la mademoiselle de la fotografía? Es Pattie Boyd. Modelo en su juventud y fotógrafa en sus años no tan mozos. Muchos aseguran que podrían haber bautizado a un tornado con su nombre, porque sus secuelas en el mundo del rock fueron más que notables. Además de su evidente belleza física, ¿en que tipo de fuente mágica cayó esta chica de niña para enamorar, casi al mismo tiempo, a George Harrison, Eric Clapton, John Lennon y Mick Jagger? Ella fue la musa que arrancó a Harrison “Something” una de las más bellas canciones de amor de todos los tiempos. Años después, pulsaría las mismas teclas con “Layla” y “Wonderful tonight”, temazos con los que quedó inmortalizada para siempre por un no menos enamorado Eric Clapton.

Mi temperamento romántico sufrió un fuerte revés al descubrir que la maravillosa declaración de amor musical de Harrison era puro teatro. Mentía cada vez que le cantaba a Boyd “Something in her smile she knows, that I don't need no other lover”. He needed many lovers. De hecho, era el Beatle más promiscuo y Pattie le abandonó hartísima de sus múltiples infidelidades. Sin embargo, años después, la rubia de oro volvería a sufrir el mismo martirio con Clapton, que, para mas inri, era amigo íntimo de George.

Lo he intentado repetidas veces, pero ni la song, ni George, ni Clapton, ni The Beatles volvieron a ser los mismos...

* Otro chafe, aunque no tan doloroso, me llegó diccionario en mano. La letra de "La donna è mobile" no era la alegre y entusiasta oda a la mujer que imaginaba, sino una de las declaraciones más misóginas y repelentes de la historia del bell canto. Juzguen ustedes
mism@s:

La donna è mobile (la mujer es voluble) qual piuma al vento (como una pluma en el viento) muta d'accento (cambia de acento) E di pensiero (y de pensamiento) Sempre un amabile leggiadro viso (siempre un rostro amable y encantador) in pianto o in riso (en la risa o en el llanto) è menzognero (es mentiroso).

Ya se que en la época de Verdi cantaban otros gallos, pero ni siquiera los efectos amnésicos de una borrachera, conseguirían hacerme volver a entonar esas palabras...

* Alec Guinness, alias Obi-Wan Kenobi, uno de los personajes más admirados y queridos de Star Wars, la trilogía que ha enfricado (y enfricará) a muchas generations, me propinó la tercera bofetada de esta entrada, al confesar (¡ay!) que odiaba a su mítico personaje. De hecho, para él, todo eso de la fuerza, la orden jedi y las espaditas láser, no eran mas que paparruchadas inventadas por un nerd barbudo que se aburría mucho en Modesto, California.

Guinness se aprendía sus líneas, interactuaba lo justo y necesario con los miembros del equipo, cobraba su cheque al final del rodaje y no quería oír ni ver nothing de la galactic soap opera más famosa de todos los tiempos. De hecho, es bastante probable que, de todos los integrantes del universo starwarsiano, Sir Alec fuera el único en demostrar una nada fingida flema británica al descubrir aquello de “Luke, yo soy tu padre”.

En ocasiones escucho las enseñanzas del big jedi en sueños... ¿Por qué tenías que decirlo, Obi-Wan? ¿Por qué?


¿Qué hubierais preferido no saber? Pasen y comenten chafes personales, únicos e intransferibles. No se corten...
Y, de paso, voten en la mini encuesta de la derecha, please ;)

" No quieras saber y no tendrás inquietud ".
Lao Tse

*

mercredi 21 janvier 2009

Cosas que no decir en un funeral




El problema de estos duros y delicados acontecimientos, suele ser un bloqueo del elemento regulador básico de nuestra herencia como “homo emotivus”: la empatía.
La mayoría de la gente está tan preocupada por decir algo reconfortante, profundo y trascendental, que se olvida completamente de la persona que tiene enfrente. Inconscientemente, a pesar de su buena faith, su incomodidad les abduce y acaban convertidos en una descontrolada máquina expendedora de tópicos. De tal forma que, los actores secundarios del evento (oséase, los familiares y seres queridos del difunto en cuestión), se pasan toda la jornada en un déjà vu continuo, viendo una y otra vez la misma mala película, con la esperanza (inconfesa) de que alguien se cargue sin vacilar al guionista, o de que, en su defecto, le dejen jugar (al menos) a una partida de paintball con todos aquellos que le acribillan con "no somos nadie" “a todos nos tiene que llegar” o “que le vamos a hacer, la vida es asín”.

Pero si hay un pésame (supuestamente animoso) que causa el mismo efecto que unas uñas de guitarrista andaluz deslizándose maliciosamente por una pizarra, ese es “te acompaño en el sentimiento”. Escucharlo en pleno culmen del dolor por la perdida de un ser querido, provoca instantáneamente una reacción pavloviana de: morderle un ojo al vecino del quinto, atizarle un izquierdazo en la zona más dolorosa de su anatomía a ese primo séptimo de Cuenca, o bien gritarle en Dolby Surround un “¡Pero cómo carajo me vas a acompañar si apenas le conocías, cara huevo!” al sobrino de la amiga de la tía segunda por parte de madre de tu abuela.
¿Cómo explicar a las mentes rígidas que un simple “lo siento(mucho)” es más que suficiente; o, mejor aún, que una simple mirada o abrazo sincero pueden quitarle el oscar el mejor repertorio de pésames del mundo?

Pasado el primer mal trago, la colección de improcedencias no mejora, sino todo lo contrario. Días, incluso semanas después del fatídico evento, el "superviviente" se topa con todo un inoportuno microcosmos de conocidos que, o bien le evitan por temor a que, presa por el dolor, se tire al suelo rasgándose las vestiduras al más puro estilo "viuda siciliana", o bien sienten la imperiosa necesidad de recordarle, con más o menos sadismo, los detalles más macábramente dolorosos de la vida del fallecido; tanto si surge la conversación como si no. Ellos tienen que demostrar que lo sienten y están dolidos a toda costa, lo de menos es sobrecargar o “intoxicar” a la sufrida "víctima".
Es en este tipo de ocasiones, cuando lamentas que no haya clases de “duelo” en el instituto o, más bien de "habilidades intrapersonales" en el tierno jardín de infancia. Tal vez si no hubieran quitado de la programación Barrio Sésamo...

mardi 20 janvier 2009

Momentos televisivos que marcaron mi infancia/adolescencia



- Cierto episodio de Verano Azul: Supongo que todos pensareis que se trata del de la muerte de Chanquete, ya que es el más famoso, el más dramático, el más emotivo, etc, etc, etc. Pero nor, a mi el que me me dejó una huella de la que me costó recuperarme, fue el de la primera regla de Bea. Esa escena de toda la pandilla caminando por la beach cogiditos de la mano, mientras van gritando “que ni el viento la toque” fue mi pesadilla recurrente durante muuuuchos años. Pasé directamente de tenerle miedo a la oscuridad y a los monstruos a aterrorizarme por... "eso".
Vamos a ver, señor Mercero, ¿desde cuando la llegada de la regla es algo tan ñoño, empalagoso y ridículo?. ¿Acaso le hace ilusión a alguien?.

- El final de Barrio Sesamo: ¿quién no ha sacrificado sus juegos callejeros, sus deberes y sus paseos por no perderse ni un capitulo de su programa favorito?¿Quién no ha aprendido la diferencia entre cerca y lejos?¿quién no ha querido saber qué carajo era exactamente Don Pinpón?¿quién no se ha preguntado alguna vez si Epi y Blas eran gays? El día que nos quitaron Sesame Street, todos los niños nos sentimos huérfanos.¡Malditos!

- La serie Fama: “la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar con sudor” sentenciaba la durísima profesora de baile del Instituto de Artes Escénicas de NY.
Aún a pesar de tanto sacrificio y disciplina, yo quería bailar como ellos, actuar como ellos, cantar como ellos, sudar como ellos... Estaba decidido, ¡yo de mayor quería ser artista!.

- El programa Venga el 91 de Martes y 13: es inevitable, el que ha sido fan de Martes y 13 padecerá secuelas durante toda su vida. Su léxico se verá afectado forever and ever y aunque crea que el tiempo y la desintoxicación continua le mantendrán a salvo, cada vez que se encuentre con otro freak, sufrirá un secuestro chorra transitorio y de su boca solo saldrán paridas del tipo: “que bello y herboso”; “es por ello, oye”, “¡Encannaaaaa!” y “hay cosas que hay que tenerlas en Cuenca”.

- La llegada de tele 5 (bueno, vale, y la de antena 3): un día, hace muchas lunas, fui a ver la tv a casa de una amiga y, de repente, en lugar de la serie infantil de turno, surgieron, como champis, un grupo de mujeres florero embutidas en ...¿algo? que se hacían llamar mamachichos. Luego supe que también existían otras, las cacao maravillao, que llevaban aún menos clothes. Busqué desesperadamente tíos buenorros luciendo sus encantos, pero lo único que me encontré fue un omnipresente Emilio Aragón arreglao pero informal, con su smoking y sus converse, presentando algo muy aburrido que llamaban VIP. Más tarde descubrí que la culpa de aquella barbacoa de colores la tenia un tal Berlusconi. Schifoso figlio di...

- El episodio “el del video de graduación” de la serie Friends: estos seis amigos del Village me cayeron bien desde el principio. La serie me parecía divertida, fresca y original, con unos guiones inteligentes y unos personajes creíbles y queribles, pero fue ese genial (y romántico) capítulo el que consiguió que pasara del entusiasmo a la adoración más absoluta. Para mi, durante muchos años, ya no podía existir una serie mejor...


¿Cuáles fueron los vuestros?


(Rescatado de
www.fotolog.com/alhy )

La tragedia de ser entrañable


Si existe un piropo retorcidamente tramposo, ese es “entrañable”. Este tierno adjetivo, aparentemente universal, se usa, abusa y desgasta. ¿Pero cuál es la definición exacta de entrañable?. Según la mayoría de los diccionarios, dicese de todo aquello que es profundo e inspira un gran afecto.

A todos nos gusta aplicar el “atributo encantador” a una película, un personaje literario, una amistad o un viaje nostálgico, pero, ¿qué ocurre cuando nos lo aplican, cual vacuna involuntaria, a
nosotr@s mism@s"?

Estamos a salvo si ese calificativo se utiliza acompañado de otros, o muy ocasionalmente. Pero cuando nos definen con él, casi únicamente y de forma sistemática, el anticuerpo de la duda invade nuestras neurosis.

Entrañable es, al resto de los adjetivos cool, lo que un nogal para los otros árboles: no deja crecer nada bajo su sombra. Secciona y mutila implacablemente muchas polaridades atractivas de la personalidad. Quien es entrañable casi nunca resulta sexy, osado, emprendedor, brillante, irónico, locuaz y un largo etc.

De tal forma que, el entrañable, traicionado, al descubrir la falacia castradora, se rebela inútilmente tratando de demostrar, verbal o mediante actos desesperados, la cara oculta de su entrañabilidad, ese lado oscuro inexplorado por la mayoría de cegatos e insensibles mortales.

En sus pesadillas recurrentes, acuden personajes entrañabilísimos. Desde Carmen Sevilla (con sus ovejitas), pasando por Lanura Ingles hasta Fresita, instándole a unirse a su club. Y el entrañable se despierta taquicárdico y cubierto en sudor, aferrándose al espíritu insurrecto de Groucho Marx y todos los que no querían formar parte de un club que admitiera a alguien como él.

Hasta que llega un día en el que, cansado de luchar contra el mundo, tira la frustración y los verbos, y se autoacepta. Busca las limonadas de los limones, las comparaciones positivas y las ventanas abiertas (o bien sigue rebelándose y decide hacerse un blog... ).


Dedicado a
tod@s l@s "entrañables" (especialmente /arwy y /cinemagnificus)
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